Morabo de Sidi Mesaud
La fotografía que acompaña a estas líneas ha sido una de las más divulgadas en publicaciones diversas durante la época del protectorado español en Marruecos, en las que algunas veces aparece sin identificación.
Original de Carlos Lázaro Muñoz, muestra en primer término el morabo de Sidi Mesaud, en la kabila de Beni Bu Gafar.
En ella puede verse el morabo y el kabileño a cargo del mismo, supuestamente un descendiente del propio santo. Al fondo se aprecia la playa y la confluencia de los arroyos Haduba y Timaardin, este último más conocido en la época a la que pertenece la foto (1914) como arroyo Sidi Mesaud. A la derecha, el Kol-la, una eminencia de unos 20 metros de altura, a cuyo pie se hallaba la desaparecida ciudad de Cazaza, cuyos últimos restos visibles desaparecieron en los años ochenta del pasado siglo tras una repoblación forestal.
La blancura del morabo, que destacaba sobre el paisaje circundante, servía de referencia a los navíos, según Vicendon (Description…1857), para identificar la zona.
Sidi Mesaud (situación)
Gracias al especial impulso de Gabriel de Morales, involucrando de forma activa a las oficinas de Policía Indígena en la recuperación de la historia local basada casi en su totalidad en la tradición, se conservan las memorias derivadas de aquella magnífica iniciativa, de la que extraigo algunos de los datos que acompañan a la fotografía.
El morabo de Sidi Mesaud era (si no sigue siendo) al que más devoción y respeto profesaban los naturales de la kabila, basado en gran parte en las historias fantásticas que sobre él corrían.
Según unos Sidi Mesaud nació en la kabila; según otros llegó procedente de Granada hacia el año 1600, acompañado de unos centenares de moros españoles, estableciéndose en Beni Bu Gafar. Falleció a los 20 años de su llegada, siendo enterrado en el santuario de su nombre.
Entre las varias leyendas forjadas alrededor de su personalidad, la tradición conservada menciona que en el montículo del Kol-la hubo un castillo construido hace mil años por los portugueses; el castillo fue tomado por Sidi Mesaud, que lo voló por medio de minas, asegurando la memoria popular que al derrumbarse hizo naufragar a un barco inglés refugiado en la costa. En lo alto del Kol-la, efectivamente, podemos ver huellas del pasado, aunque creo más bien que se trata del lugar ocupado por el vigía de la costa en la antigua Cazaza.
En las ruinas del castillo, dice la leyenda, vivió Sidi Ahmed el Hach, cuya tumba se halla en el Gurugú, y cuyos descendientes viven o vivían en la península de Tres Forcas.